Belleza derraman las olas
hasta llegar a la orilla.
Una pequeña chiquilla
va buscando caracolas.
Con su mirada serena
se a acercó a la caracola
viendo el baile de las olas
la recogió de la arena.
¡Dicen que se oye el mar!
La niña no lo creía
cuando con gran alegría
lo intentaba comprobar.
Una cara de sorpresa
en su rostro dibujó
una sonrisa sacó
con mucha delicadeza.
Escuchó en la caracola
el canto de una sirena
con una larga melena
que bailaba entre las olas.
Acompáñame alegre niña
dijo la linda sirena
ofreciéndole una azucena
¡Tengo más en mi campiña!
Quedó la niña prendada
la quería acompañar
pero no sabia nadar
y yacería ahogada.
Seré tu anfitriona singular,
la sirena respondió,
en su cola la subió
y comenzó nadar…
Saludaron a una estrella
y a un caballito de mar
que galopando sin parar
se metió en una botella.
Pasearon por muchos
mares un delfín les hizo un guiño
ella con mucho cariño
saludo a tres calamares.
El sol se está despidiendo
susurró la sirena a la chiquilla
te llevaré a la orilla
y te vas a casa corriendo.
¡Vale, amiga sirena!
¿Vendrás otra vez mañana?
Te estará esperando con mi hermana,
allí sentada en la arena.
Margary Gamboa.
Ya te he dicho en alguna otra ocasión que este poema tuyo "La caracola", guarda ciertas coincidencias con el mío "Pañuelo de sirena". No debemos comparar, porque, modestia aparte los dos creo que son muy dignos. Agradezco, no sabes cómo, tu comentario.
ResponderEliminarY...,ya sabes:
Ni las caracolas hablan,
ni las sirenas existen
todo ha sido una trama
para jugar al despiste
escribiendo poesía,
si no ¿esto qué es? Dime.
Con mi reconocimiento:
JT.-