Nuestra Ribera de siempre.
Ayer hacía una mañana brillante.
Caminé hacía nuestra Ribera,
el sol lucia tan radiante,
que parecía primavera.
Fue de manera casual,
descubrí una vista divina,
con un novato manantial,
con el agua cristalina.
Nuestra preciosa Alameda
está ahora sensacional,
hay una reciente vereda
que parece natural.
Encontré un nuevo atajo
y anduve por aquel sendero
que disfruté con esmero
hasta llegar río abajo.
Están los bancos de rejas
y el gran olmo plateado
que cobija a su lado,
un cubil de comadrejas.
En una de sus ramas
divisé un nido de Zorzales,
que al escuchar mis andares
agitaron pronto sus alas.
Me senté allí un buen rato,
para aspirar los aromas
y observar desde la Loma
los vuelos de gorriatos.
Eché de menos tu compañía,
conversar entre nosotros
y reír mientras los chopos
nos miran con alegría.
Se apreciaba tanta quietud.
Era tan perfecto el paisaje,
que sería una ingratitud
no rendirle este homenaje.
Margary Gamboa.
6-2- 2010.
Dedicado a mi buen amigo Teodoro.
Bellísimo poema; poesía pura. Sin ánimos de presuntuosidad, podrás ver en mi blogger "Pañuelo de sirena" que tiene algunos rasgos comunes a este tuyo.
ResponderEliminarCon afecto:
JTeodoro
Pero no era aquí donde quería comentarlo sino en tu otra entrada: Dueto-La caracola
ResponderEliminarJTeodoro
Debe ser bonito pasear por esa ribera
ResponderEliminarJT.
Gracias por visitarme mi buen amigo, siempre es grato recibirte, no había visto estos comentarios hasta ahora, es que soy de un despiste que ni te cuentooo. Ahora voy a ver si veo "Pañuelo de sirena" solo el título me atrae, voy a disfrutarlo. Allí nos vemos.
ResponderEliminarPues allí te espero. Es un cambio de la ribera por el mar, pero en la línea de lo quimérico.
ResponderEliminarHasta pronto:
JT.-