Soledad,
que a veces juegas a ser sincera.
Que descansas cada noche
sobre mi cabecera,
y suave abrazas,
mi voluntad pasajera,
si en los confines del alma
me esperas,
trayendo el preludio del fin...
Abrázame fuerte,
aunque no quieras.
Y trae contigo,
la risa blanca de aquella
estrella.
Cuando el aire susurre aciago
por esta esfera,
acerca hasta mí
la luz que mana la luna
llena.
Cuando la música calle
y la oscuridad
se convierta en plena,
soledad, no me abandones,
ya que siempre fuiste
mi fiel compañera.
Margary Gamboa.
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